jueves, diciembre 24, 2009

Inocente fabulación

“No hay mujeres horribles, sino ojos exigentes”
Gigoló Joe
Ya me contó Don Raúl Espeche, el porque de sus ojeras.
Este señor, un tanto cohibido, hace años que sufre de una mandona y fea esposa.
Una tarde, harto de su desconsolada situación, le pide al espíritu de Jacinto Piedra que le conceda el deseo de una bella y joven mujer perfumada en su cama, como estímulo para dormir placidamente acompañado por las noches.
El deseo es concedido, pero con la condición que, en ningún momento debe tocar, acariciar ni rozar el encantador cuerpo de la joven. Si lo hace, la linda muchacha se transformara inmediatamente en su desagradable esposa.
Entonces cada noche, no resiste la tentación y manosea la cola de la joven.
Todas las noches le hace desaforadamente el amor a su grotesca esposa.