miércoles, noviembre 24, 2004

Filosofía sobre mi soledad

"En la soledad se halla lo que muchas veces se pierde en la conversación."
Oliva Sabuco
Amigo: - ¿Te agrada vivir solo?
Hernán: - Algunas veces, aunque es demasiado convivir con mis caprichos y rarezas, sin embargo estar sólo no es malo para mi, (me lo dijeron por ahí) todo lo contrario, de esta manera puedo proteger a los que más quiero.
Amigo: - ¿Y no tienes miedo de noche a los espantos y fantasmas?
Hernán:- No, ellos me tienen miedo a mi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

@migo, hay nostalgias que son en verdad dañinas y a pesar que cada uno vive su universo pensandolo como el peor, como veras siempre hay otros mas infernales...

Oscuramente sabemos quienes somos en realidad, de ahi nuestro pesar en tener que parecer lo que no somos y de ahi nuestro apasionado deseo de superar los limites de nuestro aprisionado yo. La unica trascendencia redentora de este aparente infierno interior se concreta merced a la severa afirmacion de nuestra propia individualidad y actuar segun sus designios, seas cuales fueren.
Pero por cierto, mas facil es describir semejante autoafirmacion redentora de nosotros mismos que efectivamente alcanzarla.
Para aquellos que no se sienten con animo de tomar el dificil camino de la revivificacion personal existen otros menos arduos. En el mejor de los casos sendas poco satisfactorias y en el peor abismos desastrozos. En estos ultimos la enpequeñecida condicion humana se empeña en atenuar los efectos de la caida por medio de otros abismos estrictamente mas individuales; la indignidad; la desesperacion; el desorden mental o la huida hacia la dispercion de uno mismo en caminos ascendentes mas o menos acreditados; las artes, la ciencia, la politica, un hobby o un trabajo.
Este espejismo de la evasion lo pone frente a frente con el menudo universo insular en el que todo individuo atormentado cree estar confinado.
Hopkins escribe:

...Estoy amargado, tengo el corazon quemado. El mas profundo decreto de Dios me hubiera querido amargo; mi sabor es yo mismo. Los huesos contruyen mi armazon, tengo carne si, toda mi sangre reboza maldicion.
La levadura espiritual de mi yo forma accida masa sosa. Veo que los condenados se sienten asi, que su flagelo es ser, como yo soy el mio, un sudoroso yo y aun peor...

La completa condena no es ser el propio yo sudoroso, sino algo peor. El yo sudoroso se debate en la vida diaria, en la conciencia generalmente adormecida pero a veces aguda y desnuda de conducirnos como los sensuales seres humanos que somos para el vano intento de acultar bajo la sobervia alfombra de nuestra finitud, la minuscula condicion de fragil carne hinchada de miedo y pavor machucada entre los molares de Dios.

No sudan si se lamentan de su suerte y condicion
No yacen despiertos en la oscuridad ni lloran pecados
No enferman discutiendo deberes divinos
Ni uno solo esta insatisfecho, ni uno solo enloquece con la cosa
Ni uno solo se arodilla ante otro, ante nadie de su genero de cualquier epoca, en cualquier lugar
Ni uno solo es respetable o industrioso, ni uno solo criminal u holgazan
En el pulgoso cuero peludo, hocico, pezuña y cuerno esta la suprema exprecion de la diginidad.
(Animales, Walt Whitman)

El anhelo de ser algo mas que meras criaturas de carne hueso se revela con toda claridad en la epoca medieval.
Reyes y reinas, señores y señoras gustaban imaginarse tal como los representaba Rubens; sobrehumanos en su energia, divinos en su salud, siempre heroicos. Daban lo que sea por verse como en los retratos de Van Dyck, refinados, infinitamente aristocraticos. Amaban las puestas en escena de Corneille con aquellos heroes monoliticos y sobrehumanos, amantes de ellos mismos.
Deseaban ver la vida corregida, reducida a un orden, la vida carente de realidad.
Entre marmoles y porcelanas usaban pelucas que los hacian brillantes y tacones que los elevaban. Se proclamaban mas esplendidos que la vida dada.
Tales intentos de traspasar los limites impuestos por la naturaleza resultaron siempre infructuosos. Su espiritu absurdo y presuntuoso nunca logro aunque sea minimamente superar la indefectible debilidad de la carne.
Devilidad que no solo se reflejaba en la pestilencia fisiologica de reyes, duques y mariscales sino en el semblante humano que rapidamente retrata las embestidas emotivas del alma y registra sus minimos pensamientos. Rostros "reales" de personas exclavizadas por los vicios y pasiones ignominosas que dibujaban en ellos, la nariz carroñera del buitre, los ojos voraces del lobo, la lascivia del carnero.
Richeliu que tuvo a Europa a sus pies y se comporto como si fuera casi un semidios represento su papel en un cuerpo que la enfermedad lo habia vuelto repulsivo. El violento contraste entre su persona "divina" y el hedor a cadaver vivo de su humanidad fue seguramente el norte sicologico de sus actos. La tuberculosis osea de su brazo derecho y una fisura purulenta en su ano lo obligo a vivir en su propia fetida atmosfera, apropiada justicia poetica a su maldad.
El encanto de la historia estriba en el hecho que nada cambia de una epoca a otra y sin embargo todo es completamente distinto. Por grandes que sean las diferencias en la esfera del pensamiento, tecnica, cultura, organizacion social y en la conducta estas diferencias son siempre perifericas. En tanto que las criaturas humanas son espiritus encarnados, seres sujetos a la decadencia y muerte, capaces de sentir dolor y placer, de alimentar anhelos vehementes y repugnancias, en tanto oscilan entre el deseo de autoafirmacion y autotrascendencia se enfrentan en todos los tiempos y lugares a las mismas tentaciones y el orden de las cosas le permite realizar simpre la misma eleccion entre la luz y las tinieblas.
Milenios o siglos atras u hoy en dia que nos debatimos entre el imperio del terror o el terrorismo contra el imperio, la sustancia y significado de la condicion humana es invariable.

Ser un demente con lucidez y poseer un completo dominio de las facultades intelectuales es la mas terrible de las experiencias. Conservando intacta la razon se reconoce uno en el mayor desamparo y percibe que la imaginacion, las emociones y parte del sistema nervioso esta empeñado en destruir lo que queda de ella.
En este estado, hay una guerra entre la persona realista que hace lo posible por contender con hechos reales extrasiquicos y la persona verbalista que construye con palabras una espantosa seudorealidad intrasiquica de terror y desesperacion.
Son las milicias de la locura, y mientras su reino viene, el mio avanza.