martes, septiembre 21, 2004

Bla, bla, bla...


Quien no tiene algún conocido al cual esquivamos porque es celebre por sus extensas y pesadas conversaciones; habla, habla y habla… y el reloj corre.
Este no es un relato para “quemar” a alguien pero tengo varios amigos que les encanta charlar y del asunto que sea pero si es de habladurías y chismes, mejor… es el tema favorito de ellos.
Pero aquí vine lo mejor; existe un personaje solitario, bohemio y pintoresco en mi ciudad, que es el terror de cuanto conocido encuentre por las calles ya que lo envuelve con su perorata y no hay manera de eludirlo, opina lo que conoce y de lo ignorado también poniendo pasión en sus conversaciones: gesticulaciones, manejo de manos y penetrante mirada. Lo insólito es que por las noches de insomnio, en su antigua casa de Urquiza al 100, cuando no tiene con quien platicar, saca una pizarra a la calle y con letras rojas entre comillas el mensaje es: “Pago $ 50 para dialogar y canjear ideas”.
No falta el pícaro que por hacerse unos pesos en estos tiempos de crisis, se presenta a debatir pero después aturdido no regresa mas ante un nuevo aviso; porque se retira con el bostezo y con unos cuantos centavos, ya que los cincuenta pesos no son tales, viene aplicado el descuento del café, la cerveza, los puchos y las galletitas con mermeladas… y esta tarifa no es por hora sino hasta que el dueño de casa se duerma y no tenga mas saliva… habitualmente eso sucede cuando se va presentando el sol.

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